LUGARES TURÍSTICOS

RUINAS DEL PUCARÁ DE RUMICUCHO

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El Pucará de Rumicucho Este monumento inca está construido sobre una colina natural que mide 520 metros de largo por 120 de ancho y 24 de alto. Se halla a 2.400 metros sobre el nivel del mar y en la posición astronómica 0º01’ de latitud norte y 78º25’45” de longitud occidental.

Es parte de todo un conjunto de pukarakuna que desde la Cordillera Oriental (Quito Loma) cruzan los valles de el Quinche, Guayllabamba, San Antonio de Pichincha y avanzan hasta territorio Yumbo (Capillapamba, Chacapata).

El monumento se compone de 5 terrazas distribuidas de norte a sur, siendo la central o tercera la más elevada. Sus constructores utilizaron la piedra rosada de las canteras locales y un mortero de ceniza volcánica (pugshi), chocoto y pómez, para las casas, accesos y muros de contención que rodean toda la colina.

El Pucará de Rumicucho, fue investigado por parte del Museo del Banco Central entre los años 1976 y 1995 y por el FONSAL que culmina con la excavación y restauración del monumento, entre 2001 y 2010. Actualmente se encuentra en manos de la comunidad, la que se encarga de mantener, administrar y promocionarlo.

CERRO CATEQUILLA

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Catequilla viene de “Kati Killa”, “el que sigue a la Luna” es un sitio arqueológico de procedencia pre inca e inca ubicado en la Parroquia San Antonio, cerca de Quito, en la zona del valle de Pomasqui. Tiene una cota de 2638 metros sobre el nivel del mar.

Su muro consiste en una pared semicircular de 107 metros de longitud con un diámetro de 68 metros, aunque no se tienen rasgos arquitectónicos claros que demuestren con precisión la delimitación exacta de sus extremos.

Con una vista de 360º y suficiente profundidad de campo como para poder distinguir 25 pueblos antiguos en sus alrededores, se presume que era usado como un mirador, observatorio astronómico y bohío ceremonial aún antes de la llegada de los Incas y, como hecho destacable, cabe mencionar que es la única construcción de origen prehispánico conocida ubicada en la línea ecuatorial, por lo cual, se dice que está en la Mitad del Mundo.

PISCINAS MUNICIPALES

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Con más de 90 años de existencia, son ya célebres sus aguas de origen volcánico toman su energía del coloso Pululahua, es por ello que en estas se encuentra metales como calcio, hierro y magnesio, y sus 21° C confirman el poder curativo que las han convertido en uno de los lugares más visitados en la parroquia.
Cuenta con 5 000 m2 de construcción, en donde destacan sus dos piscinas una de las cuales posee un tobogán, áreas de vestidores, baterías sanitarias y duchas.
Adicionalmente junto a las piscinas, existen tres cuevas, que a decir de los pobladores fueron construidas por los pueblos pre incas, como sitios de adoración, a la llegada de los españoles fueron aprovechadas para la extracción del Lignito (carbón natural). Aquí empieza la aventura, pues al adentrarse en estas y en particular las terceras cuevas se pueden vivir emocionantes momentos, más aún al poder apreciar las formas de vida que aquí se desarrollan, una gran colonia de murciélagos y biofítas marcan la ruta, eso sí siempre es recomendable llevar la ropa adecuada y sobre todo respetar y mantener este espacio natural.
Existen las instalaciones adecuadas para darse un baño y disfrutar de un día de sol, los toboganes también son una buena opción. Actualmente las cavernas se han convertido en otro atractivo muy bien aprovechado.

CASA HACIENDA

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La antigua hacienda Rumicucho y otras del valle Equinoccial están relacionadas con la historia de la ciudad de Quito y con la posterior colonización de la zona de Pomasqui. Según el Libro Primero de Cabildos, las tierras de Iñaquito, Cotocollao y Pomasqui se repartieron a los vecinos de la naciente ciudad en los años de 1535 a 1537. Estos repartos consistieron en la entrega de cierto número de peonías y caballerías (unidades de superficie), para el cultivo y labranza de los primeros habitantes de la ciudad. Estas extensiones, parcelas o estancias, constituyeron la base del sistema de propiedad de la hacienda, que se convirtió más tarde en importante elemento de la producción agropecuaria, gracias al trabajo y mano de obra de la población indígena. Estas tierras estuvieron en manos de particulares y también fueron patrimonio de varias órdenes religiosas, como los mercedarios, dominicos, jesuitas y monjas Conceptas.

La hacienda estaba localizada al norte de Quito, en un medio geográfico semi desértico, por lo que la producción colonial dependía del riego proveniente de fuentes de los cerros de La Marca y Pululagua, actualmente desaparecidas. Los suelos de la zona son de origen volcánico, por lo que predominan materiales como el laipilli, arenas, ceniza y en estratos más bajos, rocas de color rosado, tipo pórfido cuarcífero. La casa de hacienda, construida con muros de más de 1 m de ancho, tiene un lienzo grande en el sector norte, que funcionó como granero. Hacia el occidente existía una construcción de vivienda, cuyos cimientos se podían ver en 1979. Junto a este sector, existe una casa de tiempos modernos. En el extremo sur oriental, un horno de cal con dos chimeneas, de piedra. Hacia el sur, aún se observan cimentaciones de lo que probablemente fue el oratorio de la hacienda. Un tramo de muro de cerramiento en el lado occidental, muy probablemente es de tiempos incaicos, a juzgar por las hornacinas rectangulares (tapiadas) que existen en toda su extensión. La arquitectura de la casa responde a la tipología de las haciendas coloniales, que dejaban al centro un gran patio adornado con una cruz o pileta. En este caso, se conserva un pequeño empedrado elevado y en cuadro, que fue la base de una cruz.

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